1. |
Dadme la vida que amo
04:40
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Dadme la vida que amo:
No la límpida estancia tras de los visillos,
ni el haz de tibio sol sobre el regazo.
No la pajarita grácil, ni el crucigrama abierto
sobre un mantel bordado,
–mientras el péndulo desata el engranaje
del canto del cuco–. Sino la vida que amo.
La hermosa vida que amo:
El signo variable de las intemperies.
El vagar errante y solitario.
El alma elevada en los alcoholes fuertes.
La fiereza en los ojos deslumbrados.
El pasar con nada, el mendrugo de pan.
La indolencia a orillas del río.
Dadme al clarear lo que es mío:
La hermosa vida que amo.
El aire de una tonada en el pensamiento.
El espíritu burlón y contentado.
La ocasión del hurto en las vueltas del camino.
El ladrar del perro tras los alambrados.
Los arcos del puente y las ruinas del solar.
El sueño vigilante y breve.
Dadme al fin lo que se me debe.
Dadme la hermosa vida que amo.
Los dones fortuitos de la providencia.
La limosna en la palma de la mano.
El amor non sancto de la prostituta
las tabernas del suburbio portuario.
Toda la poesía de la perdición,
y en la hora señalada el bello gesto.
Dadme, os lo pido, todo esto.
La hermosa vida que amo.
Dadme la vida que amo:
No la límpida estancia tras de los visillos,
ni el haz de tibio sol sobre el regazo.
No el envite del naipe sobre el tapete verde,
ni el arrullo vespertino del rosario,
–mientras el péndulo desata el engranaje
del canto del cuco–. Sino la vida que amo.
La hermosa vida que amo.
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2. |
Considerando
04:58
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Entre la euforia y el llanto
te encuentro cuando llego a casa mi amor.
Entre la euforia y el llanto.
Y no sé qué es peor.
No sé qué es peor.
Has roto el espejo.
Una obra a todas luces singular:
Tu propia versión del arte
de echarlo todo a rodar.
De echarlo todo a rodar.
Si te hundes tú, suéltame a mí;
yo ya sé venirme abajo solo.
Puedes ahorrarte el trance de morir matando,
considerando que no estoy vivo del todo.
Escampa la tormenta
sólo para redoblarse en tempestad.
Tal es nuestra vida:
Dos minutos de paz.
Dos minutos de paz.
Y aún resuenan los gritos,
y crees que puedes cambiarme el humor
con tus manos de ángel.
De ángel exterminador.
De ángel exterminador.
Si te hundes tú, suéltame a mí;
yo ya sé venirme abajo solo.
Puedes ahorrarte el trance de morir matando,
considerando que no estoy vivo del todo.
Y ahora me abrazas
y me robas los besos que no quiero dar.
No me tienta una cama.
Me tentaba un hogar.
Me tentaba un hogar.
Suicidios de fiasco.
Ríos de bilis, veneno y pasión.
Nos vamos al traste
y no nos falta diversión.
No nos falta diversión.
Si te hundes tú, suéltame a mí;
yo ya sé venirme abajo solo.
Puedes ahorrarte el trance de morir matando,
considerando que no estoy vivo del todo.
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3. |
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Mi álbum de nubes del cielo,
mi pequeña colección
de nubes de los días claros
y de los que no lo son.
Aquí en mi ventana se quedan
recién se llegan del mar.
Siempre en babia, marineras,
como yo que os veo estar.
Y os imagino medusas
o bien dragones de perfil,
y en esas formas desmayadas
me recordáis todas a mí.
Mi cristal, mi ventana;
quisiera no pensar en nada.
Quisiera no pensar en nada...
pero no puedo.
Mi álbum de nubes del cielo.
Mi álbum de nubes del cielo,
mi pequeña colección
de nubes de los días claros
y de los que no lo son.
Aquí se vienen a diario
felices de no saber
que como a mí les espera
otro triste atardecer.
Que tan blancas irán muriendo
de muerte malva y añil,
y mañana será lo mismo
el drama no tiene fin.
Mi cristal, mi ventana
quisiera no pensar en nada.
Quisiera no pensar en nada...
pero no puedo...
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4. |
Sísifo releva a Sísifo
03:38
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Sísifo releva a Sísifo en cada cima
y su noble corazón eternamente avanza.
Alentado, quién lo sabe, contra toda esperanza,
en el recuerdo de Anticlea
o de su bienamado mar.
Pero Sísifo no ignora
que la mole de basalto
ha de caer una vez más
rodando al inframundo.
Que lo rige un sinsentido,
mas que no es menos profundo,
―humano como es en su destino circular―
el brío que lo impulsa
a recomenzar.
Sísifo releva a Sísifo en cada cima
y su noble corazón eternamente avanza.
Alentado, quién lo sabe, contra toda esperanza
en el recuerdo de Anticlea
o de su bienamado mar.
Y emprenderá el descenso,
acaso confortado
en la brizna de mistral
que el Hades providencia.
Solo ante sí mismo,
a la luz de su conciencia,
―humano como es en su destino circular―,
resuelto una vez más
a recomenzar.
Sísifo releva a Sísifo
En cada cima.
Sísifo releva a Sísifo
En cada cima.
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5. |
Tu nombre
03:51
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Entonces, ¿ya no estás aquí conmigo?
¿Es aún la vida sin ti?
¿No tomarás entonces
esta silla que aún te cedo,
equivocado en el tiempo?
¿Ni el vaso que aún te sirvo
cada noche, en las costumbres?
¿No estás en estas mismas calles desoladas
que he llenado de pasquines
descalzo, esta mañana,
con tu nombre, tu nombre.
Una vedette tocaya tuya
ha empapelado la ciudad en primavera.
Oh, tragedia suburbial, menor, local,
pero patética y heroica.
Oh, corazón lleno de vino,
degenera y degenera el pensamiento en ti.
No es el encanallado Mr. Hyde
quien hoy te ama en silencio.
Ni el aire ausente mío
con que el mundo me sorprende
despistado en ti.
Ningún público, por tanto,
para aplaudir mi espléndido gesto
esta mañana de marzo.
Ningún premio a mi vigilia,
descalzo, yo invocaba
tu nombre a media voz y lo sellaba.
Yo emulaba ese aire hondo y doliente de tu andar.
Tu nombre. el mío, aislado y desprestigiado,
tan desacreditado,
sonaba en otro tiempo para mí
como una campanita dentro de tu boca,
y sonaba cantarín tu acento.
Sonaba día tras día.
La vergüenza compartida es tierna y sexy...
Mi delicada, silenciosa y leal amiga,
hoy estás quieta
en el recuerdo agridulce
de un gran sueño que aún me hace sollozar.
Cada mañana, la culpa de quererte
no me deja respirar...
Oh, tragedia suburbial, menor, local,
pero patética y heroica.
Oh, corazón lleno de vino,
degenera y degenera el pensamiento en ti.
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6. |
Abolir el alma
03:18
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Abolir el alma:
No hay otra salida.
Abolir el alma
de lo más profundo de nuestro ser.
En tanto con ella transijamos
expuestos estamos a todos los males.
Algo debe desaparecer.
Y un manantial nefasto debe secarse.
No hay salvación.
Es preciso:
Abolir el alma
No hay otra salida
Abolir el alma
de lo más profundo de nuestro ser.
Pues ella envenenó nuestros sueños
con sus abismos y sus aspiraciones.
Su fecundidad interior.
Sus sentimientos y sus aberraciones.
No hay salvación.
Es preciso:
Abolir el alma.
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7. |
El horror
04:49
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Me estremezco en la idea de una flor monstruosa,
vibrante en su pérfida simetria,
ante la cual concibo, no sin enfermar,
el espanto de sentir la vida.
Su desquiciada proliferación.
Pienso por ejemplo en el magma de la sangre.
En la célula infinitesimal.
En el sístole y el diástole incesante.
En los espasmos del placer
y en el último estertor.
Y siento el clamor del horror; el clamor sublunar del horror.
El horror, el horror...
Siento el clamor del horror.
Y en la negrura del universo,
el canto del ruiseñor.
Yo sueño con un orbe errante en el cosmos
pasto de la vida, infestado de su germen.
Triunfal en sus odiosas estructuras,
cuya trama ignoraremos por siempre.
Pandemia extravagante de criaturas
que abren sus fauces al tiempo que eclosionan.
Larvas del primigenio barrizal,
en verdad nefastas en su humana forma.
Ciegas ante la sola luz
De su fin multiplicador.
Y siento el clamor del horror; el clamor sublunar del horror.
El horror, el horror...
Siento el clamor del horror.
Y en la negrura del universo,
el canto del ruiseñor.
Abandona pues aquí la idea
de implorar los ardientes desiertos.
La quimera de un mundo reducido a sal,
o los vírgenes hielos eternos.
Ya nada detendrá al reino de la vida.
No verán los siglos su aniquilamiento.
La aberrante espiral de sinrazón
no conoce fin y jamás moriremos.
Por obra de un supremo absurdo
o de una voluntad superior.
Y siento el clamor del horror; el clamor sublunar del horror.
El horror, el horror...
Siento el clamor del horror.
Y en la negrura del universo
el canto del ruiseñor.
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8. |
Las tornas cambian
03:57
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Las tornas cambian a veces también de cuando en cuando.
De cuando en cuando te sale la suerte a la puerta en deshabillé.
El arte es largo,
la vida es corta.
Ahora que ya
acaso no importa.
Es mi turno, es mi vez.
Las tornas cambian
al parecer.
Revira el aire.
Corre a través
de algún resquicio
de lucidez.
El signo es otro.
Empiezo a creer
que quiere la suerte dar
su brazo a torcer.
Me guiña el ojo,
me hace la corte.
Ahora que ya
acaso no importe.
Es mi turno, es mi vez.
Las tornas cambian.
Mis confidencias con la pared aquí terminan.
Aquí terminan los tiempos del asco y la grima por un terraplén.
El arte es largo,
la vida es corta.
Ahora que ya
de poco importa.
Es mi turno es mi vez
La vieja guardia
cambia el retén.
Hoy estás tú
donde otro ayer.
El mundo es caos.
Puro vaivén.
Causa y efecto
quizá solo estén
prendidos en vilo
de un alfiler.
El arte es largo,
la vida es corta.
Ahora que ya
acaso no importa.
Es mi turno, es mi vez.
Las tornas cambian.
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9. |
Niño futuro
06:54
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10. |
El truco era un resorte
04:03
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El truco era un resorte,
oculto, claro está,
aquí o allá.
Bajo las faldas de una mesa,
probablemente.
Al cabo es lo mismo.
En todo caso un admirable mecanismo,
e ingenioso por demás. Ya lo creo.
El truco era un resorte.
Esa es la explicación.
Una ilusión.
O un acto colectivo de fe,
si se quiere.
Física pura.
Un triunfo del manejo y la diablura.
Tantos años después, no me olvido.
Comenzaba a redoblar el tambor
y una turba de voces blancas estallaba en gritos.
Pasaban tres segundos infinitos
suspensos entre el pasmo y el horror...
Y de pronto lo sobrenatural.
El milagro desafiante que pone a la razón de hinojos.
De qué modo se gozaban los ojos
embobados en prodigio tal.
Y qué fiesta de atónitos guiños.
Y qué muecas chuscas en tantas caras encendidas
por obra y arte de aquel rey Midas.
Oh, asombro de mis años niños.
El truco era un resorte
a todas luces magistral.
Un vendaval.
Una caja de Pandora desatada.
Verdad y apariencia:
Felices quienes creen con inocencia
y no conocen, tras el velo, desengaño.
Y reíamos, y reíamos,
porque la risa se contagia.
Pero el truco era un resorte, ahora lo sé,
y se acabó la magia.
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